Tras las huellas de los animales en el Parque Ecológico

Recolección, conservación e identificación. El rastreo es la principal herramienta de este trabajo que después queda plasmado en moldes de yeso. Se obtiene información sobre la ecología de las especies, sin ocasionarles el mínimo daño

La búsqueda de las huellas de animales que habitan el Parque Ecológico Urbano de Río Cuarto (PEU), la toma de registros y la obtención de moldes de yeso es el eje de la práctica de investigación que realizó Rocío Pomilio, estudiante de la Licenciatura en Ciencias Biológicas.

Un desafío para agudizar la capacidad de observación, herramienta fundamental de todo científico. Una minuciosa tarea detectivesca sobre la naturaleza a partir de la exploración de los vestigios de la fauna durante sus actividades, con la interpretación de los rastros, para ampliar el conocimiento de la biología de las especies.

Mamíferos, aves y reptiles, entre otros animales dejan evidencias de su presencia y de sus actividades. La investigación, la conservación, el monitoreo de fauna y el turismo ecológico se sirven de la identificación de huellas, que son los rastros más fáciles de observar.

Pomilio desarrolló este trabajo de campo para conocer un poco más de
los hábitos de animales de difícil contemplación directa. “Técnicas y métodos para el estudio de huellas de mamíferos” es el título de la práctica de investigación sobre las especies que habitan el territorio, la cual llevó a cabo bajo la dirección de la doctora en Ciencias Biológicas Claudia Marisel Dellafiore, investigadora de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Río Cuarto.

La docente e investigadora Cecilia Dellafiore y la estudiante Rocío Pomilio

Rocío Pomilio dijo: “Para mí fue importante realizar la práctica de huellas porque es una actividad que brinda otra técnica de estudio de animales, principalmente de aquellos que no pueden visibilizarse directamente, y permite extraer a partir de ellas información, como por ejemplo el tipo de movimiento que realiza y sus variaciones; lo que puede resultar de gran utilidad en trabajos a futuro, ya que también son fáciles de detectar y particular para cada ejemplar. Además, no hemos tenido la posibilidad de realizar estas técnicas en otras materias, por lo que fue fructífera para ampliar conocimientos previos”.

Sobre los resultados, indicó: “Se obtuvieron nueve huellas, cinco de las cuales corresponden a mamíferos, tres a aves y una de reptil”. Y acotó: “Los positivos de las huellas fueron realizadas por duplicado, ya que nueve quedan en el PEU y otros tantos en Biodiversidad Animal II -de la Facultad-. Las huellas fueron numeradas para su posterior identificación y colocadas en cajas de cartón para su guardado”.

El trabajo alcanzó, entre los mamíferos, al ciervo dama, el gato montés, la corzuela parda, el pecarí de collar y el carpincho; a los que se agregaron, por las aves, el pavo real, el pato y el ñandú; y, por los reptiles, la tortuga terrestre.

Las piezas elaboradas en el marco de esta actividad conforman el catálogo de huellas que se usa con fines didácticos en asignaturas relacionadas con la biodiversidad animal.

Si bien el trabajo de campo se centró en las huellas de los mamíferos, también incluyó la identificación de rastros de reptiles y aves. En todos los casos, a través de un método no invasivo, que aporta a la biología y la ecología, ya que recopila información sobre estas especies sin ponerlas en riesgo.

La doctora Dellafiore comentó que su dirigida realizó esta práctica en el PEU “con el objetivo de aprender y aplicar técnicas sencillas para la recolección, conservación e identificación de huellas”. Y agregó: “Como resultado, se obtuvieron nueve moldes de huellas de mamíferos y aves las cuales fueron replicadas y estarán disponibles en la asignatura Biodiversidad Animal II y en el PEU”. 

“Esperamos seguir ampliando el catálogo de huellas, el cual será empleado con fines didácticos en las distintas asignaturas y actividades que llevamos a cabo en Biodiversidad Animal II, señaló la investigadora Claudia Dellafiore, a cargo de esa cátedra en la Facultad de Ciencias Exactas, a la vez que agradeció al personal del PEU y, en particular, a su coordinadora Carolina Aguirre, “por la buena predisposición y por abrirnos las puertas para realizar este tipo de trabajos”.

El movimiento y el ritmo de los animales plasmados en sus pisadas

En su trabajo, Rocío Pomilio puntualiza que los objetivos de la práctica fueron los de aplicar técnicas básicas para el reconocimiento de huellas y rastros de mamíferos y otras para la colecta, a la vez que armar un catálogo de referencia y realizar informes técnicos.

Señala que existen diversas técnicas para el estudio de mamíferos, que pueden clasificarse en métodos directos, como el conteo en transectas y la captura de animales con distintos tipos de trampas, entre otros; y métodos indirectos, como es el estudio de rastros.

Y acota: “Los rastros son vestigios, señales o indicios que dejan los mamíferos durante sus actividades” y ejemplifica mencionando “huellas, excrementos, hozaduras, madrigueras, pelos, bosteos, restos de alimentación, olores y sonidos”.

Seguidamente, puntualiza que los métodos indirectos cumplen un rol importante en ambientes donde se dificulta el avistaje de los animales, ya que no sólo se obtiene información sobre su presencia, sino también sobre los lugares que frecuentan y las actividades que realizan”.

Pomilio remarca que particularmente las huellas son rastros muy útiles para el estudio de la fauna, ya que son fáciles de detectar y específicas de cada ejemplar, es decir que no son idénticas entre individuos. Y explica que mediante el estudio de las huellas se puede ver reflejado el tipo de movimiento que realiza el animal -como correr, saltar, caminar-, las variaciones de ritmo, y la diferencia del tamaño entre ejemplares jóvenes y adultos.

 Huella de ciervo dama: (izq.) sacada del suelo, (der) elaborada a partir de la anterior

En relación con la metodología aplicada, la joven dice: “La práctica se llevó a cabo en el Parque Ecológico Urbano de la Ciudad de Río Cuarto, donde se recolectaron huellas de los animales que viven libremente y de otros que se encuentran encerrados en recintos específicos”.

Puntualizó que, en el caso de los recintos, cuando el suelo no era apto para la impresión de la huella, ya sea porque la tierra estaba muy compacta, el suelo era seco o la vegetación abundante, se procedió a la preparación de tierra húmeda en un recipiente, para colocarla dentro del perímetro de encierro y, en algunos casos, directamente se procedió a poner las patas dentro del contenedor.

En referencia al procedimiento para la preparación y recolección de las huellas, explica que se les colocó un cilindro de plástico enaceitado a su alrededor y luego se volcó el yeso, para cubrir cada huella, lo cual luego se deja secar por unos minutos. Las huellas fueron acondicionadas en cajas de cartón, ya que son las apropiadas para su guardado a los fines de evitar la presencia de hongos.

El rastreo, una actividad muy antigua

Las huellas, rastros y restos de animales son de gran interés por las múltiples aplicaciones que tienen en distintos tipos de estudios técnicos y científicos, ya sean faunísticos, biogeográficos, de alimentación, conservación, control de plagas. Por ejemplo, permiten la identificación de presas mediante el análisis de excretas, egagrópilas y contenidos estomacales, la verificación de la presencia de distintas especies en un hábitat determinado, el conocimiento de algunos aspectos de la biología e historia natural de algunas especies, la verificación de depredadores en ataques de fauna silvestre a animales domésticos o la identificación de pieles y subproductos comerciales, entre otros aspectos.

El rastreo es una actividad muy antigua y tal vez se remonte hasta los tiempos en que los primeros humanos se convirtieron en cazadores-recolectores. En muchas ocasiones, el acertado rastreo de los animales habría determinado el éxito de una expedición de caza. Esta utilidad sigue vigente para muchos grupos humanos que requieren de esta técnica para su sobrevivencia.

El rastreo es considerado como una técnica o metodología no invasiva, lo cual cobra importancia en estos tiempos en los que los ambientes naturales están cada vez más empobrecidos y fragmentados, cuando son cada vez más las especies que se encuentran en una situación de amenaza por el riesgo de extinción. Contar con una metodología que permita obtener información valiosa sobre la ecología de las especies, sin ocasionarles el mínimo daño, es algo extremadamente valioso.

Por otro lado, además de constituir una fuente de información con fines académicos y de investigación, estas técnicas puede ser una actividad a desarrollar dentro de la educación ambiental, ya sean formal o no formal; una manera de proporcionar a educandos, turistas o visitantes información sobre las especies presentes en la zona.

Hay quienes afirman que aprender a rastrear es algo similar a aprender un lenguaje, y efectivamente, existen varias similitudes. Por ejemplo, así como hay muy diversos tipos de letra, las huellas de una especie, incluso las de un mismo individuo, pueden variar ligeramente, dependiendo tan sólo de las diferencias del terreno o del tipo de marcha utilizado; sin embargo, se podrán identificar correctamente si se conservan las características distintivas de la especie.

Las huellas son las impresiones de las extremidades de los animales, que son las estructuras anatómicas estrechamente ligadas a la adaptación de cada especie a su estilo de vida y a los ambientes asociados. 

Existen diversas técnicas para estudiar y registrar las huellas entre las que se encuentra la realización de moldes de yeso, que es la que se usó en esta práctica de investigación.


Contacto: Dra. Claudia Dellafiore – E-mail: cdellafiore@exa.unrc.edu.ar

Producción y redacción: Deolinda Abate Daga

UNRCiencia – DIRECCIÓN DE PRENSA Y DIFUSIÓN

UNIVERSIDAD NACIONAL DE RÍO CUARTO

prensa@rec.unrc.edu.ar

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